¿Por qué discutimos con quienes más queremos?
- Gabriel Pereyra
- 16 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun
Todos anhelamos tener relaciones armoniosas, donde nos podamos sentir escuchados, comprendidos y valorados. Nos esforzamos por construir vínculos sanos y positivos, ya sea con nuestra pareja, familiares, amigos o colegas. Sin embargo, muchas veces lo que empieza como una conversación tranquila termina, sin que lo percibamos, en una discusión tensa o incluso una pelea dolorosa. ¿Por qué sucede esto especialmente con las personas que más queremos? ¿Por qué discutimos?
La respuesta no está solo en las intenciones ni en el cariño que sentimos, sino en la manera en que nos comunicamos. Es común que creamos estar dialogando cuando, en realidad, estamos defendiendo una posición sin realmente escuchar, interrumpiendo o interpretando lo que nos dicen desde las emociones del momento. Estas dinámicas hacen que el diálogo, que debería ser un puente para acercarnos, se transforme en una barrera que nos aleja.

En mi experiencia como Coach en Human Academy, acompañando a muchas personas en su desarrollo personal y profesional, he observado que “la forma en que hablamos y escuchamos puede acercarnos o alejarnos, sanar o herir, construir o destruir.” Esta frase resume la gran influencia que tienen nuestras palabras y la calidad de nuestra escucha en la calidad de nuestras relaciones.
Pero la comunicación efectiva no es un talento innato reservado solo para algunos. Por el contrario, es una habilidad que todos podemos aprender y entrenar. Y, aunque no es algo que se consiga de un día para otro, con las herramientas adecuadas podemos cambiar significativamente la manera en que nos relacionamos con los demás.
Dialogar bien implica mucho más que simplemente hablar. Requiere escuchar activamente, es decir, poner atención plena no solo a las palabras sino también a las emociones y necesidades que están detrás. Significa expresarnos con claridad, respeto y empatía, tomando en cuenta cómo puede recibir nuestro mensaje la otra persona. Cuando logramos esto, reducimos los malentendidos, evitamos conflictos innecesarios y fortalecemos nuestros vínculos emocionales.
Un aspecto fundamental para mejorar la comunicación es aprender a reconocer cuándo estamos entrando en una dinámica de discusión o pelea, y saber cómo regresar a un diálogo constructivo. Esto implica controlar las emociones, evitar las acusaciones, y enfocarnos en expresar cómo nos sentimos y qué necesitamos sin culpar al otro. Además, desarrollar la empatía nos ayuda a ponernos en el lugar del otro, facilitando la comprensión mutua y la resolución de conflictos.
Este aprendizaje no solo mejora nuestras relaciones más cercanas, sino que también impacta positivamente en otros ámbitos de nuestra vida, como el trabajo o la convivencia familiar. Una comunicación efectiva es la base para liderar con éxito, para colaborar en equipo y para crear ambientes donde todas las voces son escuchadas y valoradas.
Si te interesa profundizar en estas habilidades, entender las dinámicas que causan las discusiones y aprender herramientas prácticas para transformar tus conversaciones, existe un curso virtual llamado El Poder del Diálogo, basado en mi libro del mismo nombre. Este programa te guía paso a paso para convertir el diálogo en una herramienta poderosa de conexión y crecimiento personal.







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