El cuerpo también comunica: cómo usar tu presencia para fortalecer lo que dices
- Gabriel Pereyra
- 16 jun
- 3 Min. de lectura
En una exposición, no solo importa qué dices, sino cómo usas tu cuerpo cuando lo dices.. La calidad de una presentación no se define solo por las ideas o los argumentos, sino también por la manera en que el cuerpo las acompaña.

El tono de voz, la postura, el ritmo, las pausas, los gestos. Todo eso —aunque muchas veces pasa desapercibido para quien habla— impacta profundamente en quienes escuchan.
Una misma frase puede inspirar o incomodar según cómo se diga. Un mismo dato puede parecer relevante o irrelevante según cómo se mire al público. Una misma historia puede emocionar o perder fuerza dependiendo del lugar desde el cual se cuenta.
En entornos profesionales, esto no es solo una cuestión de imagen personal. Es una herramienta de impacto real. La presencia corporal es parte activa del mensaje. Es lo que sostiene (o no) la credibilidad, la conexión y la claridad de lo que se transmite.
Y no se trata de “actuar” o impostar. Se trata, más bien, de habitar lo que decimos con coherencia: que el cuerpo esté disponible, presente, en sintonía con la intención de la palabra.
Algunas claves para lograrlo:
● Postura abierta pero firme. Ni rígida, ni relajada en exceso. La postura comunica disponibilidad, seguridad y atención.
● Gestos congruentes. Mover las manos puede ayudar a marcar énfasis o a ordenar ideas, pero si se vuelven repetitivos o desconectados, distraen.
● Contacto visual real. No es mirar fijo, sino conectar. Distinguir entre leer una sala y querer “conquistar” a la audiencia.
● Respiración consciente. No solo ayuda a calmar los nervios, sino también a sostener un ritmo que invite a la escucha.
● Uso del espacio. Saber cuándo moverse y cuándo quedarse en eje. El desplazamiento innecesario puede restar fuerza; el movimiento intencionado puede enfatizar un punto clave.
Entrenar la corporalidad no es un lujo escénico. Es una herramienta concreta para fortalecer el impacto comunicacional.
Quienes lideran procesos, facilitan reuniones, presentan informes o guían equipos necesitan aprender a usar su cuerpo de forma más consciente. Porque cuando hay coherencia entre lo que se dice y cómo se lo encarna, la comunicación fluye con más claridad y más fuerza.
Y esto no significa “ser extrovertido” o tener “facilidad para hablar en público”. Significa contar con recursos para gestionar la energía propia, mantener el foco y transmitir desde un lugar más centrado, más auténtico, más potente.
Por eso cada vez más profesionales buscan desarrollar esta dimensión como parte de sus habilidades clave. No solo para dar mejores presentaciones, sino también para conectar mejor con sus equipos, sus clientes o sus audiencias.
Existen espacios de formación donde este tipo de recursos se trabaja con profundidad, combinando práctica, feedback y reflexión. Y cuando uno empieza a registrar su corporalidad con más conciencia, algo cambia: ya no se trata de “decir bien” un contenido, sino de involucrarse en lo que se dice.
Porque al final del día, no es solo lo que compartimos lo que queda, sino la forma en que lo hicimos sentir presente.
Si te interesa desarrollar estas habilidades con enfoque profesional, en la Doble Certificación en Comunicación y Facilitación de Alto Impacto abordamos en profundidad estas herramientas para que puedas aplicarlas con confianza en contextos reales de exposición, liderazgo o acompañamiento.
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